martes, 31 de marzo de 2009

Un paso hacia el mushin no shin

Ma-ai es el espacio armonioso que existe entre las formas. También es la fuerza que las mantiene a distancia unas de otras con el fin de conseguir un universo unido y perfectamente equilibrado. [...] De esta manera uno se convierte en un centro perfecto, vacio e inmutable. Con la práctica, esta distancia se toma de forma natural. A partir de aquí puede empezar el condicionamiento de la mente que consiste en hacerle admitir que esta noción de distancia es falsa, tanto como lo es la concepción del tiempo que separa a dos cuerpos. Esto es a lo que en lo sucesivo hay que darle la importancia, no a la forma sino a la fuerza que está en ella y que constituye su alma. Esta fuerza de energía radiante es el ki, y este ki llena el espacio que parece separarnos del oponente. El espacio no es entonces un vacio, sino un universo compacto saturado de ki en el cual flotan los universos celestes y todo lo que existe alrededor de nuestra tierra. [...]. De la misma forma, dos hombres situados frente a frente sólo están separados en apariencia, pues la radiación natural del ki de cada uno de ellos penetra completamente el cuerpo del otro. Aquí emerge ya el sentimiento que se puede llamar unidad, y comprenderéis que no se trata de una teoría ficticia sino de una realidad que la física puede probar. Además, si en lugar de creeros que sois vuestro cuerpo, os identificáis con el espacio infinito del Ser, la distancia [...] desaparece y sólo permanece el espíritu. Si la naturaleza del espíritu es la unidad, la distancia entre los dos cuerpos desaparece inmediatamente, y entonces ya os es posible actuar sobre vuestro oponente incluso si éste se encuentra a una gran distancia. Desde el momento en que este sentimiento de unidad fluye en la consciencia, el encuentro entre vosotros y vuestro adversario ya no se sitúa en el espacio sino en el tiempo. Esto es de-ai, el tiempo trascendido, el instante eternamente presente que aparece en un relámpago sublime. Este es el sentido del vacío en el cual se anula todo sentimiento de ego, de Ser y de no-ser. De-ai es un momento de total disponibilidad, de plenitud resultante no sólo de la unidad con el oponente, sino con el universo entero. Se trata de un estado de consciencia pura en el que incluso la concentración sería un obstáculo. Y ahí el sentido de velocidad desaparece, pues la velocidad está caracterizada por el tiempo. La velocidad ha sido útil en la utilización del cuerpo o en la técnica del shina, pero se vuelve inútil cuando la consciencia se ha liberado de la forma en el relámpago del no-tiempo, del no-espacio, es decir, en el instante presente.

El recogimiento, la paz, la confianza,el silencio son cualidades que favorecen la realización del de-ai. El arte de ser el otro, anulando el espacio, parte de este gran principio. Esta es una de las grandes leyes del amor de que se habla sin que nunca comprenderla del todo."


IAIDO - O el Arte de Cortar el Ego. Por Michel Coquet (Traducción de Guillermo Rabuñal).